Quiero que sepan como mi vida cambio para siempre, y lo feliz soy ahora.
Recostada en la cama mi mirada perdida se posa en la pared, aburrida y hastiada de mi vida rutinaria, pensando en todos los años que han pasado.
Ya soy vieja, bueno, madura como dicen ahora a las mujeres de 67 años como tengo.
Mi mente no ha cambiado, soy la misma, solo mi rostro muestra mi edad.
De todas formas mi cuerpo es delgado y bien formado gracias a mis esfuerzos de dos horas diarias en el gimnasio.
No se, yo aun me veo atractiva.
Pero aquí estoy mirando la pared y sola, totalmente sola.
Toda la vida como profesora de adolecentes.
¿Valió la pena?
Creo que no - Pensé mientras se deslizaba una lagrima en mi mejilla.
Me levante, fui al baño a ducharme y al mirarme en el espejo mire mi cuerpo y me dije - aun sigue siendo espectacular.
Hoy me arreglare, estaré muy atractiva e iré de paseo, no puedo seguir así.
A la hora y media salía de mi casa espectacular o al menos así me sentía.
Caminaba con firmeza para tomar algo en alguno de los múltiples bares turísticos que hay al borde de la playa.
Oía como mis tacos golpearban decididos la acera que iluminada por la tenue luz amarilla de las farolas provocaban pequeños destellos de las medias que envolvían mis largas piernas .
Me sentía bien, atractiva, olvidando totalmente mis años.
La noche estaba esplendida.
Seguí caminando por la playa mientras la luna se reflejaba en el mar y la música de los bares lo envolvía todo.
Camine muchísimo y no me anime a entrar en ninguno, todos los que estaban allí eran gente de como máximo 30 años.
Me senté en el borde de la acera y arena disfrutando aquel raro ambiente de belleza y tristeza.
Permanecí largo rato allí hasta que sin saber porque me quite los zapatos y dirigiéndome directamente al mar moje mis piernas y camine deshaciendo mi camino por el borde del mar.
Las olas hacían saltar chispas de agua mojando mi vestido que se pegaba cada vez más a mi cuerpo.
Al poco tiempo estaba empapada, desde mis medias a mi blusa, parecía una niña haciendo una travesura.
Era feliz, estaba viva.
Al pasar cerca de unos niñatos que tomaban y reían alrededor de una fogata uno de ellos que salía del agua me empujo de tal forma que trastabille cayendo de cabeza al agua.
Perdí mis zapatos que al llevarlos en mi mano tuve que soltar para entre chapoteos y golpes en el agua tratar de incorporarme.
El fuerte tirón de una mano me ayudo a salir del agua dando, acto seguido, una bocanada de aire tratando de recuperarme.
Parada en medio del agua empapada y mientras sentía como mi cabello pegado a mi cara y cuerpo se escurría tuve que oír a un muchacho angustiado y medio bebido de unos 24 o 25 años decía - Uy... perdone señora, no la vi, la lastime.
Mientras yo pensaba, si cretino me lastimas con lo de "Señora".
Los que estaban en la fogata no paraban de reír mientras el angustiado chaval me decía que me acercara a la fogata para secarme un poco teniéndome aun de la mano.
Si... venga, venga gritaban en medio de risas los otros.
Al acercarme inmediatamente me hicieron un lugar en la rueda pera que me sentara.
Estaban bebiendo un extraño brebaje del que me convidaron inmediatamente.
Me entere allí que eran amigos que estudiaban en la misma facultad y que estaban festejando el cumpleaños de uno de ellos.
El que me arrojo al mar se sentó a mi lado y al rato estaban todos contando y riendo como si yo no existiese o mejor dicho como si formase parte de su grupo.
Las horas, las bebidas y alegres canciones pasaron sin sentirlo mientras cada ves estaba mas mareada.
A las cuatro de la madrugada cuando solo quedaban unos rescoldos de la que había sido nuestra fogata, mi rescatador, que estaba a mi lado sorpresivamente se dio vuelta hacia mi y diciéndome - Sabes que estas muy buena - acerco su cara dándome un sensual beso en los labios.
Sorprendida intente separar su cuerpo con mi mano, pero el alcohol, el sentir como su lengua entraba en mi boca y sobre todo los años pasados sin sexo impidieron mi resistencia.
Al vernos, las hormonas juveniles de aquellos muchachos explotaron dándose cuenta lo bien dispuesta que estaba su victima.
Sentí como la mano de mi acompañante se introducía en mi braga hasta llegar a masajear exquisitamente entre mis piernas.
Como respuesta se abrieron instintivamente.
No tuve la menor oportunidad de reaccionar, los ocho me rodearon como antes lo hicieran con la fogata.
Sentí como mi cuerpo se estremecía, mis piernas se tensaron dejando un surco en la arena, los que nos rodeaban aprovecharon esto para tomarlas levantándolas mientras las acariciaban.
Mi espalda cayo en la arena y al abrir los ojos vi el cielo hermosamente estrellado como nunca.
Un segundo después una sombra lo tapo dándome un sensual beso, para casi simultáneamente sentir como entraban en mí.
Un gigantesco quejido salió de nuestros unidos labios, mis piernas se abrieron todo lo que pudieron para recibirlo.
Él, pasando sus brazos por debajo de las mismas las subió hasta ponerlas sobre sus hombros.
Tomo mis manos arriba de mi cabeza y estando así sometida comenzó a bombear con fuerza.
Sus juveniles envestidas eran de tal violencia que sentía como la punta de su pene perforaba mi cuerpo.
Los gemidos se transformaron en gritos desplacer.
Rápidamente se sumo el que estaba a mi derecha abriendo mi blusa para tomar el néctar de mi pecho con su boca aumentando increíblemente mi gozo.
Fue entonces cuando dando un inmenso suspiro quien me follaba con tanta avidez lleno con un rio de semen mi vagina.
Rápidamente ocupo su lugar el segundo, que sin pensarlo me penetro ansioso después de estar esperando su turno.
Veía como drogada como mis pies se sacudían a cada envestida con el cielo de fondo, era hermoso verlos bailar al son de sus golpes frenéticos.
Mis medias destrozadas hacían que sintiera que lo que pasaba era inevitable, como si de una excitante fantasía de violación se tratase.
Cierto es que si tuviese fuerzas y deseos e intentara escapar no me lo permitirían, estaban todos demasiado excitados.
Y yo, una viejita lo estaba provocando, que feliz que soy.
Cuando termino el segundo retirándose después de deja su semen me di rápidamente vuelta y corriendo en cuatro patas hice el ademan de huir.
Me excitaba aun más sentir que me violaban, quería pensar que lo que pasaba era inevitable, que me violaban.
No llegue a hacer mas de cuatro metros, el siguiente se me tiro encima sin ninguna contemplación haciendo que mi cuerpo golpeara boca abajo la arena con el suyo encima penetrando mi vagina instantáneamente por detrás.
Fue violento, todos al ver como evolucionaba todo perdieron toda inhibición haciendo lo que sus deseos les pedían importándoles poco los míos.
Mi placer no paraba de crecer, comencé a alentarlos gritando - No... Basta... No... No puedo mas... Déjenme....
Sabiendo que estaban descontrolados y no solo que no me dejarían sino que se excitarían de tal forma que sus hormonas los descontrolaría.
Mientras mi actual amante estaba encima mío y yo balbuceaba con mi cara en la arena - Basta... Basta... Ten piedad....
Se detuvo, y apartándose me dijo - Perdona creí que te gustaba.
Y me encanta - le dije rápidamente - no paren que quiero sentirme violada - mientras reía.
Atrápenme si me quieren tomar - y salí corriendo huyendo hacia el mar.
Los ocho corrieron tras de mi, llegue hasta que el agua pasaba mi cintura.
Me rodearon mientras yo trataba de esquivarlos, hasta que tomándome uno de la mano me arrastro violentamente hacia él provocando mi caída dentro del agua.
Bruscamente me vi sacada sobre agua quedando frente a uno de mis hombres que tomándome de mis nalgas me elevo por sus caderas hasta llegar a su cintura.
Mis piernas y mis manos instintivamente lo abrazaron dejando mi vagina desprotegida.
Me dejo caer muy lentamente, su pene fue entrando despacio, muy despacio.
Yo gemí con mi cabeza en su hombro, el me subió un poco para dejarme caer de nuevo sobre su durísimo pene.
Que placer, que inmenso placer sentía.
Solo fueron unos segundos porque rodeados, no tardo mucho en ponerse otro detrás de mi abrazándonos.
En una de sus hermosas caricias vaginales, al bajarme, sentí una daga que entro violentamente en mi ano.
Dios, que bruto, que dolor... que placer...
Salió de mi un grito desgarrador que lentamente mientras me subían y bajaban se transformaron en incontrolables gemidos de placer.
Al girar la cabeza vi como un viejo que pasaba se paro a vernos, saco su pene y comenzó a masturbarse.
No tardo mucho, excitado de tal forma al vernos vacío su contenido rápidamente sobre la arena.
No paraban de sacudirme entrando y saliendo de mi, estaba cada vez mas agotada, mis fuerzas flaqueaban.
Reclinada sobre el hombro del que estaba frente a mi, colgó sin fuerzas mi cuerpo como si una muñeca de trapo se tratara.
Termino en mi primero el que tenia por detrás y al los pocos segundos el de adelante.
Al soltarme caí al agua casi sin sentido, rescatándome me arrastraron nuevamente a la playa.
Cara al cielo vi nuevamente como me montaba el primero, ya recuperado para follarme nuevamente.
En medio de un placer inimaginable fui perdiendo la noción, me manejaron a su antojo, me tomaron una y otra vez todos.
Debe haber sido horas, quede destrozada y inconsciente sobre la playa.
No se cuanto estuve sin sentido pero desperté al sentir los cálidos rayos del sol de la mañana, abrí los ojos y me vi casi desnuda, descalza y sin bragas, desparramada en la arena cerca de lo que había sido una fogata.
Tambaleante me pare, acomode mi desgarrada ropa como pude. y comencé a andar por el borde del agua hacia mi casa.
Me costaba mantenerme de pie pero lentamente y casi arrastrando mis pies comenzó mi camino.
Estaba feliz, quien diría que después de años sin sexo acababa de tener el mejor de mi vida.
Mi cuerpo dolía, sintiendo el agotamiento del inmenso placer vivido.
Caminando lentamente pasaba entre unas pequeñas barcazas de pescadores que estaban sobre la arena.
Me iba apoyando en el borde de aquellos botes para ayudarme en mi camino.
Inesperadamente un hombre sucio con aliento rancio de alcohol y cigarrillos se interpuso en mi camino y mirándome a los ojos me dijo.
- Ahora falto yo, me toca a mi, estuve esperando mucho tiempo - y sonrió.
Me quede helada, dura, no podía moverme.
Me empujo entre las barcazas y caí de espaldas.
No le fue difícil dado que apenas me podía tenerme de pie.
Lo vi parado a mis pies, parecía inmenso mientras se bajaba la bragueta de su pantalón.
Era el viejo que se masturbara cuando me follaban entre dos.
Ya no se lo veía tan viejo, me di cuenta que en todo este tiempo había acumulado muchas ganas de tomarme, y había esperado horas para tener su momento.
- No... No quiero hacerlo, déjeme ir o grito.
Con sus pies patio bruscamente los míos abriendo mis piernas.
Se agacho de rodillas tomando su pene frente a mi vagina y con una gran sonrisa dijo.
- Calla, hace horas que veo como te gusta y ahora lo vas a hacer conmigo.
- Déjeme... aquello lo deseaba... ahora no... con usted no quiero...
Se echo encima mío clavándome si mediar mas palabra.
Mi boca se abrió en un pequeño gemido, resignada sin resistirme, gire mi cabeza mirando el fondo de la barcaza con los ojos perdidos, dejando que mi cuerpo inerte se moviera por el empuje de aquel desagradable hombre y satisfaciendo, sumiso, sus deseos.
No duro mucho, fue rápido, gimió mientras sentía como dejaba sus deseos dentro de mi.
Se incorporo, cerró su pantalón y se fue como vino.
Me dormí entre aquellas dos barcazas, en mis sueños recree una y otra vez aquellos hermosos momentos.
Cuando desperté ya estaba atardeciendo, me incorpore, y ya con mis fuerzas restablecidas me fui a mi casa.
Que feliz me sentía, sabia que lo que había vivido rara vez lo vive una mujer, más a mi edad.
Me sentía bella, deseable, era la dueña de mi mundo, lastima que se había terminado y que seguramente no se repetiría jamás.
Me saque mi ropa desgarrada, los harapos que quedaban de mis medias, y me dirigí desnuda al baño para ducharme.
Abrí la puerta y gire el grifo escuchando inmediatamente el agua correr.
Allí vi sorpresivamente algo escrito en mi mano.
- Me llamo David, si lo pasaste bien llámame, 629348472.
Feliz salí corriendo y lo anote en mi agenda.
Si que lo había pasado bien, y quería mas.
La vida me sonreía.
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