...De hecho, no es la continuación al relato donde la esposa le hace sexo oral a su hermano... La historia se inicia meses atrás, cuando todavía eran novios y él, al subir la escalera que quedaba frente a la recámara de la mamá cuando la señora no se encontraba, el esposo los sorprende sentados en su cama debajo de las cobijas...
Fue tal la sorpresa al verlo terminar el último escalón, que lo que pudo haber sido "normal" en un día frío, la esposa al verlo no lo hizo parecer así porque dio un salto fuera de la cama fingiendo ocultarse tras la puerta para "asustarlo"... Ningún susto, de hecho, para asustar al esposo se necesita mucho más que éso, pero sí le hizo elucubrar no diez mil conjeturas, sino solo una... los hermanos se estaban toqueteando.
Muchas veces se quedaban solos los hermanos debido a que el padre ya no existía, y que ellos dos eran los únicos que habitaban la enorme casa al noreste de la ciudad... Después de esa primera vez tan sospechosa, el cornudo novio siempre tuvo sus sospechas respecto a la fidelidad de su novia y del incestuoso comportamiento de los hermanos, únicos solteros.
Pasó el tiempo, poco casi nada después de dos años, que sucedió lo de la madrugada aquella de la reunión donde ella le succionó el semen en la casa nueva de los recién casados... Y ante una oportunidad de trabajo, y viendo la posibilidad de alejarse de esa familia, que aceptaron una oferta de trabajo al sureste del país en la ciudad de Cancún, lo que felizmente era lo más lejano y saludable.
Pero, por alguna extraña razón, el hermano incestuoso también emigró hasta esa ciudad donde la madre había comprado una pequeña casa para que la viviera el tipo, un arquitecto fracasado. Pero, y el destino les seguía jugando trastadas, la madre decidió vender la casa, y a recomendación nadie sabe de quién, mientras se volvía a instalar, el hermano se fue a vivir "temporalmente" al departamento de la hermana y su esposo.
Por lo tanto, la situación no paró ahí... El hermano, de corrida larga con la bola de amigos que frecuentaba, llegaba tomado a deshoras y en una de esas noches, cuando se suponía que iban a estar solos al regresar de su trabajo, la pareja se fue a su recámara y bajo la misma costumbre, cerró la puerta y dieron rienda suelta a su recién vinculada intimidad y se dieron a la tarea de "hacer el amor"... En éso estaban, a punto de tener ambos un merecido orgasmo, que llegó aquél, y lejos de bajar la intensidad de su pasión pero sin suspenderla, al menos por parte de él, ella se salió de aquella cópula, y aún sudada se puso una bata y dijo al esposo que iría a atender a su hermano, porque seguramente llegaba cansado y tendría hambre... Sí, Interrumpió su intimidad y dejando al esposo como idiota, salió para recibir al hermano. Cabe mencionar que la bata que se había puesto era de una transparencia que si no muy sexy, dejaba ver debajo de la tela su desnudo cuerpo todavía con olor a sexo.
Muchas veces se repetía la escena, la esposa cocinaba para los tres, y sin importar la hora o lo que estuvieran haciendo, lo dejaba todo para "atender al hermano incómodo"...
A partir de ese momento, el esposo dejó de tener a su esposa como su única musa y delirio, y, la gota que derramó el vaso, fue cuando en otra de esas muchas noches ya muy avanzada, regresando de un evento los esposos, entraron y se encontraron al hermanajo aquél totalmente desnudo en la sala, habiéndose quedado dormido, oliendo a alcohol y quién sabe después de haber hecho quién sabe qué .
El esposo se empezó a distanciar... Y sin ser una excusa, empezó a tener tardes y noches tempestuosas con algunas compañeras de la oficina, misma donde ambos trabajaban.
Fueron seis meses, seis meses de tortuosa relación, pero el esposo, nunca puso distancia de por medio, porque ante cualquier indicio de reclamo, ella justificaba al hermano diciendo que "el pobre se esforzaba mucho por encontrar trabajo"...
Y la relación, se fue debilitando cada vez más y más, hasta que por fin el tipo aquél se salió del departamento y terminó por largarse de Cancún regresando a vivir con su madre ahora en la Cd. de Puebla, donde vivió con ella hasta el último día en que dejó de existir la madre.
Siembre quedó la espina incrustada en el corazón del marido, pero nunca se separaron a pesar de que nadie le había contado nada, porque todo lo había visto con sus propios ojos.
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