Silvia y Antonio





Silvia era una mujer hermosa. Conservaba su lozanía y su figura a pesar de sus años. Alta delgada de senos pequeños pero firmes. Su vientre plano, su cintura estrecha y sus caderas femeninas, la hacían sumamente atractiva. Sus piernas torneadas de rodillas huesudas y tobillos finos, resaltaban sus pies delicados. En una palabra, resultaba una magnífica mujer madura deseable para cualquier hombre.

Era retraída y no muy sociable. Educada en una familia puritana donde el sexo era un tema tabú, y cada vez que se tocaba el tema ella rehuía el mismo con evasivas

Antonio era un intelectual y vanguardista desde su juventud. Alto, de buen porte, debía medir 1.85 mts. Más afecto a los libros que al deporte, se relacionó con Silvia en la adolescencia y si bien salieron como amigos durante un tiempo, nunca llegaron a noviar. Era evidente que gustaba de Silvia pero nunca se atrevió a manifestárselo. Su contacto se mantuvo a la distancia cuando ella se puso de novia y la vida los separó.

Silvia se recibió de odontóloga. Antonio fue maestro y profesor. Ambos se casaron y tuvieron hijos. Luego el destino hizo que se encontraran nuevamente cuando el hijo de Silvia necesito del apoyo para algunas materias del colegio, y a partir de allí Antonio recurrió a los servicios profesionales de Silvia que se transformó en la odontóloga de cabecera.

Antonio enviudó y quedó solo pues sus hijos se alejaron para independizarse. Silvia, quedó a cargo de su marido que sufrió un accidente y se dedicó a él por entero.

Antonio era un caballero, y no daba motivos para dudar de su comportamiento a pesar de su interés por Silvia que siempre le atrajo como mujer. Sutilmente se lo daba a entender en cada ocasión que podía.

Silvia se divertía y coqueteaba al sentirse halagada. Todo no pasaba de un juego, hasta que una tarde en que Silvia concurrió a la casa de Antonio, él tomándola de sorpresa, le declaró su interés y el deseo de ser su amante. Avergonzada cuando Antonio intentó abrazarla y besarla al sentir el bulto de la entrepierna palpitando apretándose contra su pelvis, se separó bruscamente disculpándose al tiempo en que se despedía.

Silvia bajó corriendo las escaleras y mientras volvía a su casa en el auto, repasó lo sucedido. Esa noche no pudo dormir y la figura de Antonio se le aparecía a cada instante. ¿Había llegado demasiado lejos?. La sensación del bulto parecía acompañarla en cada pensamiento. ¿Era enorme, o le parecía?. Hacía tanto tiempo que no gozaba de una relación sexual. ¿Pensaba que Antonio había quedado defraudado por su huída?. “¿La volvería a llamar?”

Sin embargo, apenas llegó a su casa Antonio la llamó para disculparse por lo ocurrido, rogándole que hiciese como que nada hubiese pasado. Silvia tímidamente lo disculpó y le expresó que seguramente también ella había sido culpable.

Dos días después tenía turno para tratarse en el consultorio y Silvia recibió un llamado de Antonio en que se excusaba de concurrir debido a un inconveniente con el auto. Sin pensarlo Silvia le dijo que el tratamiento no podía demorarse y ella lo pasaría a buscar, ya que había concluido con el último paciente. Se sacó la chaqueta, y con una blusa blanca, una pollera celeste, luego de ponerse zapatos de tacos altos, se dirigió a la casa de Antonio. Subió las escaleras y al abrir la puerta él lo recibió con una camisa azul abierta y un pantalón blanco de verano. Por primera vez Silvia lo vio con otros ojos. No solo como un amigo, sino como un hombre de físico atlético que le produjo una sensación en su cuerpo difícil de describir.

La hizo pasar y la convidó con un vaso de whisqui. Sentados en un sillón de cuero, la tomó de la mano y con firmeza le acercó la misma a su entrepierna. Silvia trató de liberarse, pero él se mostró decidido y pudo ella percibir el bulto que la atormentó durante los días anteriores. El miembro parecía querer salir de su encierro. La presión de Antonio sobre su mano fue cediendo, hasta cesar por completo cuando advirtió que Silvia, comenzó a acariciar su verga. La calentura de ambos fue creciendo hasta que Silvia se decidió. Desprendió el pantalón y bajó el calzoncillo dejando a la vista el miembro y los testículos. Era enorme y grueso. Palpitaba de deseo. Comenzó a masturbarlo descubriendo el glande rojo vinoso que llevó a su boca. Los labios y su lengua se encargaron de acariciarlo hasta que Antonio no pudo contenerse y eyaculó derramando el semen que escurrió por las comisuras de la boca. Silvia luego se encargó de limpiar lo que no pudo tragar y lamió y chupó los testículos de Antonio hasta vaciarlos totalmente.

Fue una mamada fantástica, que los dejó exhaustos. Antonio quería más. Quería penetrarla y hacerle el amor, pero Silvia se negó. Ya había traspuesto los límites, pues nunca lo había hecho luego de casada y no se animaba aún.

Antonio era un caballero y accedió a su pedido. Luego de acicalarse y camino al consultorio, entre chanzas y palabras intencionadas le dejo entrever que no perdía las esperanzas de darle y recibir placer, cuando estuviese dispuesta, “Gocé intensamente y mi miembro te pertenecerá y hará las delicias de tu concha y tu culo al explorarlos”, concluyó Antonio.

Silvia avergonzada con un mohín y a modo de despedida le susurró.”Ni lo pienses”.”Luego de comprobar el tamaño de tu herramienta no sería capaz de soportarla”. “Llevo demasiado tiempo sin darles una satisfacción a mis cuevas, y seguramente deberías esmerarte para darme placer sin que me duela.






































luego del episodio en donde Silvia le practicó sexo oral, Antonio se propuso llegar a consumar el acto sexual que durante años había soñado tener con esa mujer que siempre pareció estar distante e indiferente a sus insinuaciones. Era el momento y la oportunidad. Silvia se sentía desatendida por el marido, y había dado el primer paso. Le juró que era la primera vez que había engañado a su esposo y no quería continuar para no arrepentirse, pero Antonio no iba a darse por vencido hasta no conseguir su propósito.

Pese a su insistencia para encontrarse a tomar un café, Silvia se negaba con distintas evasivas, conciente de las pretensiones de Antonio pues se imaginaba que de aceptar la invitación no encontraría argumentos para hacerlo desistir de sus propósitos. Se sentía indefensa ante la personalidad avasallante de Antonio y no quería serle infiel a su marido.

Fueron meses de tenaz insistencia, hasta que ocurrió lo previsible. Silvia llevaba a su esposo a una audición de radio donde lo dejaba y dos horas y media después lo pasaba a buscar.

Antonio sabiendo del tiempo que disponía, esperó a que lo dejase en la radio y la buscó a la salida. Ante la insinuación para tomar un café no se pudo negar. Parecía que sabía de la discusión que había tenido con Hugo esa mañana por la desatención para con ella y finalmente despechada aceptó.

Silvia dejó el auto estacionado y subió al de Antonio. Este miró el reloj y con una sonrisa cómplice le dijo”Tenemos tiempo aunque no todo el que yo quisiera”. Se dirigió a un hotel alojamiento a escasas cuadras de la radio. Silvia intentó disuadirlo pero Antonio estaba decidido e hizo caso omiso de las protestas y los argumentos expuestos y se introdujo en la cochera del hotel.
“Hace años que no concurro a un lugar como éste”, fueron las primeras palabras de Silvia cuando cerraron la puerta de la habitación, “Desde que estaba de novio con Hugo”, agregó. A Antonio poco le importaba, estaban solos. La tomó en sus brazos y buscó su boca. Se besaron apasionadamente y Antonio trató de quitarle torpemente la ropa.

“Por favor déjame ir al baño y vuelvo”, susurró Silvia, “No quiero arrugar el vestido”.

Mientras Silvia iba a desnudarse, Antonio se quitó la ropa, y de solo pensar que iba a ser suya su miembro se endureció. Era grueso y debía medir unos 22 centímetros. El prepucio se corrió y dejo al descubierto el glande rojo vinoso. Las venas ingurgitadas por la sangre dejaban ver una verga lista para penetrar a su amante. Palpitaba y tomándola con su mano, le practicó un ligero masaje haciendo más notable su dimensión.

Silvia apareció y quedó perpleja al ver el miembro de Antonio. “Es enorme mi vida, hace años que no tengo relaciones y no lo voy a poder soportar”. “Mi rajita está cerrada y no la visitan desde hace mucho tiempo”, dijo con un mohín.

“Estas hermosa, tu cuerpo es maravilloso”, exclamó mientras se acercaba. Se besaron nuevamente y Ella lentamente se arrodilló y acariciando los testículos introdujo la verga dentro de su boca. Apenas le cabía. Antonio le tomó la cabeza y la aproximó a su pelvis. El movimiento al engullirla le provocó arcadas al ponerla en contacto con la garganta y al eyacular la atragantó. Lo que no tragó escurrió por la comisura de los labios de Silvia que se movía como poseída.

Finalmente Antonio la levantó, la tomó en sus brazos y la depositó en la cama. Silvia había perdido toda la compostura. Se miró en el espejo del techo y abrió sus brazos y sus piernas invitándolo a poseerla. Estaba arrebolada y acarició sus tetas pequeñas y firmes pellizcando los pezones oscuros que se endurecieron y apuntaron a Antonio que se reclinó y comenzó a besarlos y lamerlos alternativamente. Sus cuerpos se reflejaban en el espejo y los besos y las caricias hacían que la calentura fuese mayor.

Antonio la colocó de espaldas en el borde de la cama y le abrió las piernas. La vulva cubierta por un rizo ensortijado se veía húmeda, y más cuando Antonio arrodillado se encargó de darle placer. Su lengua recorría la raja deteniéndose en el clítoris que mordisqueaba y arrancaba gemidos y jadeos. Silvia se retorcía de placer hasta que tuvo su primer orgasmo. “Siii, sigue así mi vida, que rico”,”mmmmhhhh, mmmmhhhh, me corro mi dios, aaaaaaahhhhh”, “Cuanto tiempo sin gozar de estas caricias”, “Me voy mi vida aaaaaaaahhhhhhaaaayyyhh”

Habían disfrutado ambos al haberse corrido, pero eso solo era el principio.

Luego de recuperarse, abrazados y con las piernas entrelazadas, comenzó Antonio con manoseos acariciando la vulva e introduciendo sus dedos en la raja encharcada por los jugos pringosos que fluían de la vagina. Silvia tomó entre sus manos la verga y comenzó a masturbarla. Rápidamente estuvieron en condiciones de consumar el acto sexual, eso que desde hacía tanto tiempo deseaba Antonio, y porque no Silvia.

Silvia de espaldas y con los muslos separados, esperó con ansiedad y casi con desesperación la visita de ese miembro enorme que la iba a hacer gozar. Antonio de rodillas entre sus piernas, le aproximó la verga y acompañándola con la mano comenzó a jugar con la raja y el clítoris pasándola de arriba abajo y viceversa mientras elogiaba su cuerpo y su vulva generosa. El vello pubiano ocultaba la entrada a esa vagina profunda y capaz de recibir el tributo de Antonio. La verga palpitaba al insinuarla y retirarla para hacer más deseable la cópula.

Silvia no pudo contenerse y arqueando el cuerpo le imploró que la penetrase. “Por favor no me hagas sufrir”, “La necesito dentro mío para apagar la calentura que me consume”. “Quiero esa pija enorme aunque me duela”, fue su ruego sin medir las palabras.

Antonio no pudo resistirse y lentamente le introdujo la verga hasta los testículos. Eran los únicos testimonios del aparato sexual que quedaron fuera de la vagina. Parecía mentira que los 22 centímetros hubiesen cabido en esa rajita que parecía a priori tan estrecha. Silvia, alta y delgada poseía una concha generosa. Habituada a masturbarse con velas y aparatos que la consolaban durante sus largos períodos de abstinencia no podía compararse con lo que estaba viviendo. Esto era diferente, la calentura la desbordó. Se abrazó con sus piernas a la cintura de Antonio, y mientras Él le besaba y mordía los pezones, comenzó a hamacarse haciendo un mete y saca frenético que terminó en un orgasmo ruidoso donde se mezclaron palabras de amor y de placer, que coincidieron con la eyaculación de Antonio que regó de semen las entrañas de Silvia.

Concluyeron con un beso apasionado, y luego de bañarse juntos, mientras se enjabonaban, Antonio le propuso repetir el encuentro agregando la “exploración” que faltaba.

Ya casi habían pasado las dos horas. Se apresuraron y luego de componerse ante el espejo se retiraron del hotel, Silvia temía que su esposo e diese cuenta y cuidó hasta los mínimos detalles.

Llegaron con el tiempo justo. Antonio la dejó a dos cuadras, y Hugo jamás sospechó de esa tarde que Silvia le había sido infiel aprovechando el tiempo en que él disfrutaba de su audición.
























Luego de ese sábado en que la fantasía de Antonio se convirtió en realidad. Silvia trató de evitar encontrarse a solas con él a “tomar un café”, pues sabía que no cejaría hasta cumplir con la velada propuesta cuando se despidieron, ser su amante y llevarla a una situación sin retorno.

Antonio la había hecho muy feliz y la relación sexual había sido placentera y muy gratificante después de mucho tiempo, pero no quería romper su matrimonio. ¿Había sido solo un desliz y no se atrevía a más?

Silvia no contaba con la perseverancia y la tenacidad de Antonio que con mucha diplomacia le hacía sentir sus deseos, y le proponía un nuevo encuentro en cada ocasión en que se encontraban. Ella estaba radiante y se veía más bella desde su infidelidad cosa que Antonio se encargaba de resaltar, hasta que Silvia no pudo resistir a sus requiebros e insinuaciones y aceptó una nueva cita.

Se encontraron en una confitería de Flores y luego de contarse sus cuitas y expresar sus vivencias desde su encuentro anterior Antonio le propuso repetir la experiencia aunque fuese por última vez. “¿Estás arrepentida?”, “¿no fue una velada maravillosa?”, concluyó diciéndole.

“Al contrario, goce mucho, como hacía tiempo no lo hacía”, fue la tímida respuesta de Silvia, sonrojándose.

Antonio entonces no dudó, pagó y la invitó a acompañarlo. Instalados en el auto y mientras se dirigían al hotel alojamiento, se besaron y mientras ella se acurrucaba aproximándose a Antonio, Silvia dejó que él acariciara sus muslos y la entrepierna que separó, para facilitarle las caricias. Silvia pudo comprobar la rigidez del miembro de Antonio que parecía querer liberarse de su encierro en el pantalón, y no pudo disimular su calentura. Se acaricio sus senos disimuladamente lo que no pasó desapercibido para Antonio que supo que esa tarde iba a ser diferente.

Llegaron y luego de estacionar en la cochera, subieron las escaleras que los llevaban a la habitación. Al cerrarse la puerta se sintieron dueños del mundo. Se besaron con pasión. Silvia temblaba y cuando Antonio corrió el bretel del vestido descubriendo los senos fue notoria la dureza de los pezones. La respiración agitada de Silvia y sus palabras entrecortadas, generaron un clima de erotismo y lujuria. Siguieron acariciándose y besándose hasta que Silvia le imploró pasar al baño. Sabía lo que podía suceder y previsora untó su ano con una crema que había llevado ex profeso.

Antonio la esperaba desnudo con su herramienta en la mano. Era enorme y palpitaba por el deseo. Silvia ya la conocía y se arrodilló para besarla lamerla y lubricarla.

Las palabras obscenas escaparon de su boca. “Hola mi amor, como te extrañé”.”¿Me vas a hacer feliz nuevamente?”. Musitaba dirigiéndose a la verga. Estaba irreconocible.

Antonio gemía y acercaba la cabeza de Silvia que hacía arcadas cuando ésta tomaba contacto con la garganta. Lamía y tragaba la verga con desesperación hasta que Antonio no pudo más y eyaculó.

Luego fue el turno de la concha de Silvia, húmeda y dilatada por el mete y saca frenético a que la sometió esa verga endurecida por el deseo. Previamente la boca de Antonio había preparado la vulva y el clítoris jugando con su lengua y había descubierto el olor y el sabor del ano que había sido untado por la crema lubricante que se había colocado Silvia.

Antonio con pleno dominio de la situación, jugaba con la desesperación de Silvia que jadeaba y gemía con cada embestida y le pedía más.

“Soy tu esclava mi amor”, repetía una y otra vez. “Haz lo que desees”, “Me entrego de cuerpo y alma”.

Antonio conociendo de antemano la respuesta, le susurró al oído, “Quiero lo último que me falta mi amor”,”Quiero tu hermoso culo”.

Silvia con un mohín le contestó, “¿Me va a doler mucho?”, “Solamente una vez tuve una relación no consentida y fue muy doloroso y desagradable”.

“No temas mi amor vas a disfrutar pues ahora estas preparada y lo haré con mucha delicadeza”. “De ahora en más serás mi amante, mi mujer y seguramente mi esposa en un futuro cercano”.

Silvia se colocó de bruces, arrodillada sobre la cama y abrió sus dos nalgas con sus manos exponiendo en toda su magnitud el orificio anal. Antonio lo besó y luego volvió a untar la entrada con la crema, y también untó su verga enfundada con un condón.

“Despacio por favor” fue el ruego postrero de Silvia, que abrió aún más sus piernas.

Antonio comenzó con un juego deslizando su verga de la concha al ano y viceversa. Lo entraba y sacaba de la concha, encharcada por los jugos vaginales. Silvia se movía y facilitaba el contacto, estaba desesperada por sentir la penetración atravesando el ano aunque le doliese. Solo deseaba esa pija enorme dentro de su recto.

“Antonio no puedo más”, “Hazme tuya también por el culo”, le imploró en voz alta.

Eran las palabras que esperaba Antonio que comenzó a presionar más y más hasta atravesar el esfínter. Un grito desgarrador surgió de los labios de Silvia al profundizar la verga en el recto pero Antonio no se detuvo, lentamente fue introduciendo su herramienta hasta golpear con sus testículos las nalgas. Había entrado toda en ese culo casi virgen. Parecía mentira que esa enorme verga hubiese dilatado el ano de tal manera. Al retirarla el orificio anal se expuso como una flor abierta.

Luego fue todo más simple. Cada vez que entraba y salía la verga, el orificio se hizo más complaciente, y Silvia comenzó a gozar. Movía su cola al compás de las embestidas de Antonio y en un momento de lujuria se desbocó.

“Papi que divino, por dios”, “Te deseo más que nunca”,
“Así te quiero mi hembra”, “Muy puta en la cama y discreta con tus amistades”.
“Quiero toda esa pija dentro mío y los huevos también”.

Los jadeos y las palabras de amor y placer se sucedían. En un momento Antonio se quitó el profiláctico y le introdujo la verga sin miramientos.

“Así me gusta más, que hermosa pija”. “Quiero toda la leche dentro de mi culo”. Musitó Silvia.

Finalmente Antonio eyaculó derramando el semen que regó las entrañas de Silvia que terminó exhausta y dolorida pero feliz.

Se bañaron y se prometieron que esa no sería la última vez.

Antonio la dejó en la puerta de la casa y al despedirse le propuso compartir el resto de su vida. El beso que se dieron fue el preludio de la separación de Silvia que había encontrado por fin su felicidad.

































3 Comentarios

Comentarios de los lectores


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1 ) Enviado por: Hypersexual el 30/08/2018 a las 19:06:14

Con todo respeto, me tomé el atrevimiento de darle unos toques a tu relato.

"Al fin Tuve a mi Vecina"

...Era Otoño, mi época preferida. Cuando subía las escaleras rumbo a mi apartamento, venía bajando ella, mi vecina, con su característica seriedad y su buen gusto en el vestir. Llevaba un vestido café, chaqueta y una bufanda de colores. Debo aclarar que ambas somos amas de casa y llevamos mas de 3 años como vecinas...

Pero ese día fue especial pues ella me dijo que quería invitarme un café. Acepté desconcertada, pues no hablaba tanto conmigo. "Cuando deje a los niños en la escuela paso a tu casa". -Contesté. Ella sonrió y dijo: "Te esperaré". -y le dije: "Qué más da, ¿quieres ir con migo?, anda". -Ella contestó: "¡Claro!; por qué no, vamos".

En el camino me contó que su esposo la habia engañado y que estaba triste. -Le dije: "Calma, así son ellos, no hay nadie que no lo haga hoy en día. Hazle lo mismo, en Internet conocerás chicos o chicas, jajaja!". Entonces me dijo: "Sí, hay que probar cosas nuevas... ¿Tú has estado con alguna mujer?". -"¿Yo?". "Claro que no, en realidad solo bromeaba" -Respondí. ..."Pero sí me gustaría probar" -Bromeé. ...Entonces hizo lo que no esperaba, puso su mano en mi pierna y me puso nerviosa... "Hay que hacerlo cómo, ¿en el carro? -le pregunté. "No". Vamos a mi casa" -Respondió.

No sentí ni cómo manejé hasta casa con sus manos acariciando mi entrepierna... Cuando subíamos las escaleras, no me pude contener y le agarré una nalga; se sonrió y dijo: "¡Me calientas!"... Al entrar a su casa me puso contra la puerta y empezó a besarme el cuello mientas sus manos trataban de llegar a mi muy húmeda vagina, y yo ahí, sin poder moverme. Entonces mis manos empezaron a acariciar sus pechos y sus muy redondas nalgas y me sentí muy ardiente; empecé a quitarle la ropa. ...Entonces ya no era ella era yo quien no aguantaba las ganas de tomarla y cogérmela toda.Y así le rompiéndole el vestidito, le agarré los pechos y puse mi boca en su muy mojada vagina. Era como si ya me estuviera esperando... Le metí mi lengua succionando sus jugos y me encantaron sus gemidos pidiendo más. La volteé y le di unas nalgadas, la puse de rodillas e hice que me lamiera la toda la vagina; le agarré los pechos y le dije: "Ahora eres mía, así que date vuelta", y le metí mi lengua en su ano. Gritó tan excitada que mientras le chupaba su ano, mis manos exploraban sus pechos y su vagina hasta que me dio más y más jugos.

Estuvimos haciéndolo casi toda la mañana hasta que acabamos de tan cansadas que estábamos. Lo mejor, es que hice todo lo que miraba en aquellos videos de Lesbianas en Internet y aún sigo cogiendo con mi vecina.



Voloración de la obra: 5

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2 ) Enviado por: Hypersexual el 30/08/2018 a las 19:06:14

Hola Fantaciakles,

Como ya lo comenté, me gustó mucho tu experiencia, y si lo deseas, aunque no soy una eminencia, yo te ayudo un poco en la redacción y la ortografía.

Tal vez tu idioma natal no es el Español, pero con gusto y sin compromiso alguno, me gustaría darte una mano.

Espero recibir tu respuesta... Ya tengo la versión de tu relato con el manejo de la redacción recomendable.

Sinceramente:
Hypersexual.

Voloración de la obra: 4

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3 ) Enviado por: Hypersexual el 21/03/2018 a las 19:06:14

¡Me gustó mucho tu relato mujer!...

Muy corto pero tal y como te llegó a tu puño.
Voy a buscarte más seguido dentro de este rubro que me llena las pupilas... y algo más.

Voloración de la obra: 4

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