Con Sus Propios Ojos
Tenían poco tiempo de casados, la esposa era una mujer atractiva de muy buen ver por su cuerpo esbelto y él más alto que ella por apenas unos tres o cuatro centímetros. Puede decirse que hacían bonita pareja de contraste entre vainilla y chocolate; de leche por el tono jadráceo de su piel y el de su esposo, pigmentado apenas por sus raíces lejanas de la India...Digamos, combinaban estéticamente cuerpo a cuerpo y en la desnudez formaban un delicado Ying-Yang que desde novios mezclaban perfectamente en sus encuentros sexosos en casa de ella, en sus horas tardías de oficina o dentro de alguna confortable habitación en algún motel al sur de la ciudad. El caso es que a tan recientes años de conocerse, la atracción sexual les iba bien y nunca habría sospecha de que algo no se diera sensual, romántica o amorosamente entre los dos.
Sin embargo, una vez que tuvieron invitados en su casa nueva muy al norte de la misma ciudad, esos invitados eran hermanos y hermanas de ella, tres mujeres y dos de los otros, varones, el más grande de ellos único soltero que quedaba pendiente en la agenda de algún registro civil. La esposa era la última de esos 6 hermanos y el que resultaba ser el único soltero era el cuarto. Precisamente ése, el cuarto, era el único que por alguna razón no terminaba por transmitir buenas vibraciones a nadie y quien al final de ésa reunión, como ya se veía que era su costumbre, se pasó de copas y se le notaba.
El otro hermano y sus hermanas habían asistido con sus respectivos cónyuges y a cierta y prudente hora, empezaron a retirarse, pero a éste, a el solterón, no se le permitió manejar de regreso a casa de su madre con quien vivía, para no arriesgar que un accidente ocurriera por su beodo estado, y a sugerencia de la mayoría, excepto del marido, se le recomendó quedarse a dormir, cosa que estropeó otra de esas noches que la recién esposa y el esposo disfrutaban especialmente siendo Viernes, ya que los Sábados no tenían que ir a trabajar. Fue contra el deseo del esposo que el tipo aquél se quedó a dormir y aunque tenían otra habitación, todavía tenían cajas de su reciente mudanza y por supuesto que no tenían una cama extra.
Cuando todos ya se habían ido, forzadamente se quedaron los tres en la sala, pero como el esposo no bebía gota alguna de alcohol, le aburrió el mareo y las sandeces que el hermano aquél platicaba con la esposa, quien le siguió la corrida entre copa y copa y entrada la madrugada se despidió y se fue a acostar.
Algo lo despertó ya avanzada la noche, el matrimonio solía dormir con la puerta cerrada y así estaba cuando al abrir los ojos y no sentir el cuerpo de su esposa a su derecha, agudizó el oído y pudo escuchar voces bajas porque ya también la música descansaba... Extendió el brazo hacia su buró para checar la hora y viendo que eran las 4 de la mañana le extrañó no solo que su esposa no estuviera ahí, sino que escuchaba esas voces bajas con gran facilidad... Inocentemente pensó que pudieran haberse quedado dormidos en la sala, pero una extraña inquietud hizo que se levantara y pretendiera abrir la puerta para salir e increpar a su esposa por la desvelada, pero el susurro de las voces y los silencios entre ellas, le ordenaron pensar mil cosas... Entonces, con sigilo se levantó, se acercó a la puerta y cuando el silencio se hizo mayor, con cuidado giró de la perilla, tiró de la puerta, y se arrodilló sobre la mullida alfombra para ver qué era lo que estaba pasando...
Su asombro dio un vuelco y sus palpitaciones en las sienes se sintieron, las mandíbulas se le trabaron y sus ojos aterrizaron en una escena que nunca habría imaginado... El tipejo estaba sentado en el sillón, y su esposa, su delicada esposa, estaba sentada en el piso, recargada en las piernas de aquél y se decían o veían como dos estúpidos enamorados; así le pareció, considerando la relación de hermanos que se estampaba ahí... Por un instante tuvo el enorme impulso de salir violentamente para sorprenderlos y desenmascararlos con la idea de golpear y correr al infeliz aquél, y enfrentarse a su recién desposada novia... Pero se detuvo y se volvió a ocultar todavía con la esperanza de que su cochambrosa mente le hubiera traicionado; pero no, ahí siguió, en cuatro puntos observando y esperando ver hasta donde su imaginación le jugaba una muy mala pasada... Pero otra vez, no fue así, se volvió a asomar y entonces pudo ver que el tipo se acomodaba y su esposa todavía sentada en el piso, se le acercaba hasta la parte media e iniciaba un movimiento que no era otra cosa que su boca ensalivando un pene, mismo que la cabeza de su esposa le bloqueaba... Le estaba haciendo sexo oral, su esposa, su chiquilla de 22 años, haciendo sexo oral a su hermanajo de 31 años...
Eso era incesto... El incesto no le espantaba cuando lo leía, lo veía en revistas o en películas... pero su esposa?, su novia unos meses antes?, la mujer que le decía cuánto lo amaba?... Literalmente haciendo gala de nuestra calidad de mamíferos, ahí estaba, con el pene de su hermanajo dentro de su boca y del que parecía que disfrutaba con descarado placer!... Pero ahí se quedó, pasmado, engarrotado y sin poder reaccionar.
El día tomó su lugar y aquella escena se desvaneció cuando la esposa se levantó, se despidió de su hermano limpiándose el semen de la cara y se fue a dormir poco después de que el esposo corrió, se metió a la cama y fingió dormir.
Después de esa noche, el recién casado cornudo pareció dejarlo todo para el olvido, pero no sin antes repasar lo que había visto y recordar que cuando novios, él llegaba a casa de su novia y un par de veces que el ama de llaves lo dejaba entrar, él subía y al término de la escalera que daba a la recámara de la mamá de su novia, cuando se encontraban solos, los sorprendió sentados en la cama bajo las cobijas "platicando" frente al televisor pretextando protegiéndose del frío... Pero el muy tonto jamás mencionó nada tratando de convencerse que por ser hermanos, había sido todo imaginado por lo que vio... con sus propios ojos.
- Continuará -
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