Cuadernos, Plumas y Lápices
..."En algún momento guardé mi mano en el bolsillo del pantalón y a poco, Lorena también metió su mano para tocar la mía"...
Cuadernos, Plumas y Lápices...
Dicen que la gente que ha nacido bajo el signo de Escorpión es muy erótica y sensual... Yo no sé, pero recuerdo que desde que tenía yo como 4 años, las cosas de la sexualidad ya me estaban envolviendo.
Es difícil que uno recuerde sus primeros años, pero yo tengo algunos flashazos y uno de ellos es mi curiosidad y atracción por la piel y las zonas erógenas de mi cuerpo.
Muchos años después, cuando ya tenía mis 26 o 27, aquella curiosidad y morbo formaban parte de mi conciente y mucho de mi subconsciente, al grado de ocupar unas 16 horas pensando en sexo y las otras 8 soñando con el sexo. Por esos años mis hermanos y yo entramos al negocio, aparte de nuestras profesiones, al rubro de las papelerías y montamos una en la Colonia Escandón, frente a una escuela primaria...
Una de las personas que frecuentaban la papelería me hizo sudar con una calentura nunca premeditada, misma que me llevó a mandar al demonio mis principios, los cuales guardé en uno de los estantes entre los cuadernos y los lápices. ...Me dejé seducir por una chavita de 12 años... ¿WHAT? ... ¿Seducido por una niña de 12 años?... Pues sí, me sentí seducido por ella.
Se llamaba Lorena; resulta que después de la hora pico me quedaba yo solo en la ociosidad de la calma chicha que antecedía a la hora de salida del turno matutino, la señora Elvira a quien habíamos encargado la papelería, había dejado de trabajar para nosotros porque se metieron a robar y asumimos que había sido su esposo. El caso es que yo me hice cargo y ahí estaba. La gente sabía que yo no era dependiente sino dueño, así que el trato que me daban era distinto. Eran mis mejores años, esbelto, marcado por el ejercicio que significaba practicar Tae Kwon Do. Lo más curioso, es que Lorena la chavita, me iba a visitar porque le encantaba la papelería, ella llevaba a su hermanita al turno vespertino de la escuela, así que por las mañanas le gustaba ir a platicarme de sus aventuras... Al principio lo hacíamos de lado a lado del mostrador, pero luego me pidió permiso para entrar y ayudarme a atender cuando se juntara la gente; realmente no iba mucha a esas horas, pero Lorena me hacía más ligera la mañana, aunque a veces me interrumpía en la escritura de mi Diario, pero no me importaba mucho que lo hiciera y no me molestaba..
No sé exactamente cuál fue el punto de partida, pero una ocasión estaba yo de pié frente a la caja registradora mientras hacía cuentas, Lorena se acercó y se detuvo de mi brazo izquierdo, jugueteaba con él e iba y venía a lo largo de mi brazo... En algún momento guardé mi mano en el bolsillo del pantalón y a poco, Lorena también metió su mano para tocar la mía. ...Muy al principio yo tomaba sus acercamientos como un aprecio de ella hacia mí como búsqueda de demostraciones de cariño que quizá no tenía... Le prodigué con esas demostraciones, pero cuando sentí su mano rozar mi piel tras la tela del bolsillo, como que un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, pero nada pensé.
A partir de entonces Lorenita repetía su acción y me hacía sentir un poco inquieto; seguramente mi subconsciente recibió algún meta-mensaje porque me ponía nervioso que fuera a entrar alguien y pudiera imaginar algo... Pero dejé que la situación siguiera, Lorena movía inquietamente su mano dentro de mi bolsillo y no podía yo evitar que el roce con mis ingles organizara retenidas erecciones... Sin embargo, se estaban dando y mi mareo clásico de cuando estoy a punto de tener una experiencia sexual me hacía consecuentar su delicioso toque.
Cuando no estaba en la papelería repasaba una y otra vez los momentos con Lorena y empecé a imaginar hasta dónde me podría llevar aquello... Entonces, en mi “bloqueo” racional, una mañana se me ocurrió descoser el bolsillo con toda la intención de que se encontrara con “algo” al meter su mano en él. ...Lorena llegó, ya no me concentraba en lo que pasaba o platicábamos, pero ahí estaba yo, como idiota deseando que aquella chamaca me tocara... Obviamente mientras lo pensaba obtuve una considerable erección... Nunca supe si ella notaba esas erecciones y si alguna vez pensó que lo que tocaba no era mi mano sino mi pene bien erecto... El caso es que esta vez ya no sentiría tela... y metió la mano... La observé y pude ver cómo sus ojos se abrieron desmesuradamente y preguntó ignoro qué tan ingenuamente: -¿Qué es?... Su pregunta me excitó muchísimo y me concreté a contestarle con preguntas... -¿Nunca lo habías visto?... Es mi pene; a veces, cuando despierta se pone así.-… No dijo nada más, lo envolvió en su mano y lo apretó. Yo estaba seguro que Lorena había sido iniciada por algún familiar y sin embargo no parecía saber qué es lo que se hacía con semejante trozo de carne tibia y húmeda... pero pareció no desagradarle y así permaneció, con su mano acariciando tímidamente mi miembro que ya para entonces destilaba su pre-semen que lo ponía listo.
Muchos días repetíamos la operación hasta que mi calentura se desbocaba, entonces decidí que era muy cansado estar todo el tiempo de pie mientras me acariciaba, por lo que pensé que yo también quería acariciarla... Me senté en el banquito de aluminio junto a la caja registradora y la atraje hacia mí sentándola en mis piernas... No sé si por instinto, pero Lorena empezó a moverse de un lado a otro y hasta en círculos cuando sintió en su trasero el promontorio de mi pene que lloraba por salir, pero nunca quise ser tan descarado. Para lavar mi insensatez me repetía yo que no estaba haciendo mal porque además se fue dando y yo nunca busqué llegar hasta donde estábamos; mucho menos pensé jamás en violar su integridad, sólo me regocijaba dejándome tocar y a partir de ése día, de tocar sus piernas, abrazarla mientras la tenía en las mías y sentada de espaldas a mí... Poco a poco me fui atreviendo a más y a más, de sus suavecitas piernas pasaba a sus delicadas ingles; me atrevía a más según su consentidor meneo... Me encantaba sentir la curva de su vagina bajo la pantaleta y le pasaba el dedo de arriba a abajo suavemente como masturbándola e indicándole implícitamente que era allí donde ella tenía que tocarse y sobarse cuando estuviera sola para sentir aún más placer... Me aferraba a su cintura apretándola con los brazos y mis manos se deslizaban hacia su entrepierna... húmeda... tibia y deseosa... Lorena nunca decía nada, ni un rechazo ni nada, sólo gozaba restregándose en mi pene y yo la levantaba y bajaba como si la estuviera penetrando... A veces mi excitación traspasaba los interiores y mojaba mi pantalón. Era nuestra rutina de todos los días, pero cuando se iba me dejaba muuuy caliente, muy excitado y tenía que meterme al baño para terminar de acariciarme y hacerme acabar despidiendo litros de semen eyaculando y salpicando con fuerza por lo retenido de cada sesión; dejaba abierta la puerta del baño deseoso de ser descubierto y más aún de ser “sorprendido” por Lorena, dado que ella tenía luz verde para traspasar el mostrador cuando lo quisiera.
Pero la lujuria va más allá de la prudencia... Otra de tantas mañanas, Lorenita estuvo ahí, opté por platicarle los secretos del sexo y hasta darle consejos para cuidarse de los vivales -¿y yo dónde quedaba?-. Una vez, su curiosidad me pidió que le enseñara mi pene, ya lo conocía bien por tacto pero esa curiosidad le llevó a pedirme que me lo sacara... Es de imaginarse cómo subió mi pulso, sentí adormecerse mi lengua, secarse por completo y hasta me sentí ensordecido... Entonces me metí al bañito, tembloroso abrí y me bajé los pantalones hasta los muslos siempre observando la reacción de Lorena que era lo que más me excitaba... Notaba yo cómo lo disfrutaba; esa chamaca estaba muy adelantada a su edad, parecían muy “maduras” su reacciones... Y me tocó, encerró en su puño mi pene y lo apretó... entonces le tomé su mano y sin dejarle que me soltara, le guié para que iniciara el ansiado movimiento, el bombeo, el subir y el bajar... Cuando lo entendió siguió sola con la masturbación, le expliqué lo que era y que, en cierto momento, habría de escupir un delicioso líquido lechoso... –“Mmmás, sigue... así Lore, ...así”-... Lorena se agitaba, no podía creer que fuera tan ingenua a sus 12 años; mi pene chorreaba sobre el lavabo la lagrimilla viscosa y transparente... Quería acercárselo a la cara pero me contuve... –“Sssigue Lorena,... m-más...más... ¡más!... mmmhhh! ¡uf!, ¡uf!, ¡uf!”-... y zaz!, que empiezo a expulsar mi semen ante los ojos incrédulos de la chavita que no paraba de mover su mano... Sin hacer gesto alguno de repulsión veía extasiada cómo chorreaba el semen por su mano. Yo me retorcía de placer, sudaba copiosamente y no sé qué tan fuerte fueron mis gemidos... ¡Quería agarrarla a besos!... Afortunadamente no llegó ningún cliente a importunar.
Lorena quedó satisfecha de nuestra travesura, enjuagué su mano, vio cómo me lavé ahí mismo y cómo el pene perdió rigidez aunque el verla ahí junto no dejaba que se ablandara por completo.
Total, me vestí y ante el temor y el deseo que nunca desaparecía de ser descubiertos, dimos por terminada la terapia.
No sé cuántas veces Lorena me masturbó y cuántas otras tantas me vio masturbar; en más de una vez llegó a acariciarme los glúteos y por supuesto aquellas veces la eyaculación fue más rápida e intensa... El toque en mis glúteos es mi máximo punto débil de excitación.
Cierto día, para devolverle sus favores, mientras la tuve sentada en mis piernas, quise masturbarla ya no solamente por encima de su pantaleta, y, en un momento de locura, metí mis dedos bajo el calzoncillo en búsqueda de su clítoris y lo quise deslizar... Lorena reaccionó como si fuera la primera vez que la tocara –aunque sí era la primera vez que quise tocar sus glúteos y su vagina a flor de piel- y en su reacción extraña, se molestó, se bajó de mis piernas y se fue.
Jamás volvió a entrar a la papelería y en una de esos pasares por ahí, comentó que estaba molesta conmigo por haber intentado bajarle su "calzoncito"... y ya.
Nunca volvió, creo que fue lo mejor que pudo suceder, las cosas iban subiendo de tono y aunque soy anti-abuso contra menores, lo que Lorena me hacía me estaba llevando a querer meterle los dedos por atrás para no desvirgarla... Me hubiera encantado.
© Hypersexual
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