Sheena Whitehouse
Nací por allá de Diciembre del año 2006... Soy una mujer de un metro setenta que vive su sexualidad prácticamente sin tope, sin freno y sin gobernador en el pedal.
Vivo la vida a través de mi cuerpo porque el tiempo avasalla y no regresa; así que lo que hiciste ya quedó y lo que no hiciste, tal vez lo puedas realizar, pero habrás dejado ir los mejores años de esa tu vida que por cuidar el qué dirán, simplemente ya no disfrutarás.
A mí me gusta usar escotes que dejen saber a los ojos que existen senos ansiosos de ser besados, que sin ser muy profundos esas triángulos, de repente dejen asomar una o las dos aureolas y si se puede, dejar que los pezones también asomen.
Uso faldas y vestidos tan cortos, que si me agacho un poco o el viento pasa a saludar, deja ver la parte alta de mis muslos muy bien conectada con la parte baja de mis glúteos que si los tocas, sentirás la temperatura ideal de un cuerpo ávido de toques y caricias.
Al estar sentada me gusta abrir las piernas ligeramente para que esos ojos de hombres y mujeres hagan sus apuestas para tratar de adivinar el color de mis pantys o si no llevo ninguna.
Una vez, me subí a un autobús; en la parte de atrás encontré lugar en unos asientos que quedaban enfrentados. Yo iba medio distraída, pero mi concentración se fijó luego, cuando frente a mí iba un tipo clavado en su celular y no sabía que en el tiro de su pantalón tenía una abertura descosida y que dejaba ver una parte de carne que fijándome bien asumí se trataba de uno de sus testículos que asomaba de su calzón, si es que llevaba puesto alguno...
El caso es que atrajo mi atención e hizo que se me alebrestaran las hormonas y empezara a sudar creando mil y una historias...Mi contraataque sexual lo cifré en el abrir mis piernas y dejar que el tipo se olvidara de su celular... Lo logré y no solo con él; otros dos más se dieron cuenta y también una mujer como de 35 años que tampoco me quitaba los ojos de mi entrepierna desviándola casualmente hacia mi cara como para cerciorarse de si lo que estaban viendo era accidental o fraguado.
Por supuesto que el tipo me veía y por supuesto que su excitación hizo que su bulto creciera y tomara esa forma fálica tan deseosa que tienen los hombres entre las piernas.
Yo iba feliz de la vida excitándome por excitar a quien se dejara y hasta deseé que alguno me abordara... pero nadie se atrevió, no era como estar en el Cinito.
Me gusta provocar a los hombres... Y me fascina hacerlo también con las mujeres...
Como que inquietar a una mujer me ofrece un reto más difícil de lograr, porque un hombre nunca lo será, dado a que ellos se pierden hasta con un codo expuesto.
El cuerpo humano es sin duda la obra suprema del Creador que además dotó de feromonas y testosterona para que esos cuerpos se necesiten, independientemente del lugar de donde provengan.
Ese cuerpo -mi cuerpo- tiene cinco sentidos que funcionan en equipo o individualmente, según un sexto sentido que los junta y que se llama Erotismo.
El sexo solo por tener sexo es como ir al baño; así es solo una necesidad fisiológica, pero cuando se invierte ese sexto sentido es delicioso... Y si se le agrega a la fórmula una pizca de sentimientos amorosos, ufff!!!... Sobreviene la lujuria fina que hace que todo el ser se convulsione y sobreviva a un ataque sexual que elimina el piso por sobre donde camina una.
Yo disfruto mi sexualidad sin estacionarme en convencionalismos, en falsos pudores o en obsoletos prejuicios sociales... El cuerpo fue hecho exprofeso para dar y recibir placer y yo sigo los mandatos de ese placer.
Seducción... La Sexualidad es un estado físico y creador cuyo arte supremo es la Seducción...
No hay nada como que se te acerque una persona y de pronto percibas cómo se te eriza el vello al sentir un leve roce pero muy intencionado que a medida que no se ofrece resistencia, avanza en intensidad y atrevimiento como algún día de Verano que regresaba en el metro de Nueva York. Viajaba sentada muy concentrada escribiendo mi Diario aislada en una burbuja de "nadie me moleste", cuando sentí una mano que desde el asiento contiguo tocaba levemente mis glúteos hasta posicionarse hábilmente por debajo de mis nalgas entre lo mullido del asiento y la tela de la falda que llevaba... Por supuesto ya no pude escribir más y por el contrario deseaba que esa mano fuera más audaz y llegara hasta donde llegó...
Las estaciones por las que pasó el tren se me hicieron pocas porque la mano aquella logró subir mi falda y sus dedos se incrustaron en la oquedad en el centro de mi cuerpo.
Seducción es cuando miro fijamente a los ojos de una mujer y desvía los suyos porque siente que la mirada la perfora y le inyecta un nerviosismo que lejos de intimidarla, la hace regresar disimuladamente esa mirada deseando seguir siendo atisbada con insistente fijación. Hacer que una mujer - o un hombre - se ponga nerviosa, la delata y te da luz verde para intentar algo más...
Si quieres seducir a alguien, mírala a los ojos fijamente y de repente desvía la vista y sigue el movimiento de sus labios al hablar... Mírale el cuello, las cejas; dibuja su perfil, acaricia su cabello sin tocarlo.
Lo anterior lo digo con certeza, porque cierta vez, me aventuré a entrar en un bar donde el ambiente olía a sexo; me fui sola porque tenía ganas de encontrarme con un hombre diferente a todo lo que había conocido...
Ciertamente dentro de un bar no es garantía que nadie encuentre al príncipe o a la princesa de sus sueños, pero yo quería algo intenso, sucio y extravagante...
Y así fue porque me senté en la barra y pedí una Margarita; como siempre, iba yo vestida provocativamente y dispuesta a mostrarle mis encantos a cuanto despistado se dejara, a quien fuera, mientras a primera vista llenara las expectativas físicas (entiéndase paquete)... Había dos o tres prospectos pero estaban tan tomados que ni guiándolos anotarían un gol. Un poco más lejos había una mesa con dos parejas de buen ver; de seguro el convertible de lujo que estaba en la entrada pertenecía a ellos, porque cuadraban prefecto con el auto, ya sabes, nadie les merece.
Total, me había fijado en uno de ellos que se veía bastante potable, pero el tipo estaba encaramado en su pareja y le estaba metiendo unos besos espectaculares mientras sus manitas desaparecían debajo de la falda de la chava afanosamente.
Mi subconsciente tomó partido y casi sin darme cuenta empecé a lubricar con tal escena, a grado de no poner atención de que mis piernas no estaban lo suficientemente juntas; cuando me percaté de mi relajada actitud, me vino una sensación de calor que se me trepó hasta las orejas... Solo esperaba ver que el tipo se sacara ese paquete y que ella empezara a jugar con él, pero mi excitación se vio interrumpida cuando la mujer, de unos 30 años se separara y se levantara para dirigirse hacia donde estaban las mesas de billar, justo a un lado de los baños...
Pensé en lo erótico y excitante que sería aprovechar su ausencia para lanzarle la mirada número 5 al cuate "diciéndole" que me había gustado todo él...
No me atreví. La mujer regresó y cuando pasó cerca se me quedó viendo como tratando de adivinar si le había echado el ojo a su galán. Cuando se volvió a sentar, se desabotonó más la blusa que llevaba y se movía muy cachondonamente, entre sensual y cachonda, diría yo. Entonces, como si se hubiera metido algo en el baño, fue ella quien manoseaba al tipo y fue ella quien casi montada en sus piernas, llevó su mano hasta la bragueta, le bajó el cierre y sin un gramo de discreción, liberó lo que dejó de ser un paquete para presentarse por sí mismo; era un tremendo falo largo y curvo tal y como me lo habrían recetado mis médicos de cabecera William Masters & Virginia Johnson...
Y claro, me calenté, me puse muy excitada y quería desaparecer a la chava de nuevo para lanzar mi calenturiento anzuelo... La escena no podía estar más lujuriosa, la chava manipulaba el pene de una manera muy lasciva y parecía que me lo mostraba cuando lo ponía completamente vertical y volteaba a mirar no a todos lados, me miraba a mí la muy condenada, a sabiendas de que me había prendido ver ese mazacote de carne deliciosa y brillante...
Me sentí muy húmeda y sacrifiqué mi video porno particular por una ida al baño porque necesitaba orinar, o al menos eso pensé que era la presión que tenía dentro de mi vagina.
Ya en el baño respiré profundo, me metí a uno de los privados y sin sentarme, dejé la puerta abierta para poder verme al espejo que quedaba al frente... Me subí el vestido hasta la cintura y me toqué sintiendo la humedad que más bien parecía lluvia... Pasé mis dedos varias veces por mis labios y luego los llevé a mis otros labios donde mi lengua se dio un agasajo de sabor a sexo.
No sabía si masturbarme, de hecho no quería hacerlo porque entonces se bajaría mi excitación y quería ver hasta dónde llegaba la pareja; imaginé cosas, quería que intercambiaran mujeres y que me invitaran a un histórico quinteto...
Pero volví a la Tierra cuando escuché que alguien entraba; entonces bajé de prisa el vestido a su lugar y de volada me salí y me paré frente al espejo fingiendo que me retocaba el maquillaje.
Dios!!!... La persona que entró fue otra vez la chava del faje, se metió al cubículo que yo ocupara segundos antes y sin cerrar la puerta, se levantó la falda, se bajó la minitanga y se sentó a orinar estruendosamente.
Iba a salirme, pero por el espejo vi que la mujer no dejaba de mirarme y aún antes de terminar de orinar, pasó la mano por debajo de su vagina, la empapó de orines y se llevó la mano a la cara chupándose los dedos sugestivamente... Ya no quise regresar a la barra.
Era evidente que la mujer se había dado cuenta de que los estuve viendo fajar y ella seguía mirándome con unos ojos que hablaban llenos de lujuria y malicia que me hizo temblar y sentir que mis piernas se doblaban.
Miré para todos lados como para protegerme, pero sin moverme del lavamanos, seguí su ritual sexoso...
Le correspondí pasándome la mano sobre mis senos y con la otra apreté mi vestido contra mi sexo... Cuando ella vio eso, se levantó y sin limpiarse se me acercó, tomó mi mano y la llevó hasta su pepa que todavía chorreaba... Por supuesto no la quité de ahí y ninguna de las dos apartó la mirada de los ojos. Se acercó tanto que pensé me iba a besar y nada hice por evitarlo, solo que no me besó, se concretó a alternar su mirada y recorrer mi cara como si la estuviera dibujando; eso me hizo ruborizar hasta los glúteos... A propósito de glúteos, deseé fuertemente que sus manos me los estrujaran, ¡que me tocara!... Pero no, la chava jugaba con mi ansiedad y solo me hacía seguir sobando su pussy con mi mano guiada por la suya.
Yo ya no aguantaba, mi sexualidad bisexual explotaba y con la mano que me quedaba libre fui jalando mi vestido hacia arriba para ofrecerle abiertamente mi monte talado... ella lo tenía igualmente lisito y esa sensación humedecida por sus orines me tenían engatusada.
Yo no tenía reparo en el tiempo que llevábamos en el baño, pero supuse que su pareja ya la estaría extrañando y me puse muy nerviosa, así que me quise apresurar y después de chupar mis dedos y los suyos una y otra vez, la tomé por la nuca y le planté un gran beso salivoso que al principio aceptó metiéndome la lengua, pero que luego se apartara y me dijera: "Lo siento, tengo que irme"...
¡No lo pude creer!... ¿Toda esa manera de seducirme y me deja así?... ¿Sudando a gotas, con la vagina chorreando y el corazón tan acelerado?
La verdad se me hizo muy mal plan y solo acerté a quedarme ahí, frente al espejo, repitiéndome lo tonta que había sido.
Me arreglé la tropa, me lavé las manos y me salí del baño un rato después de que lo hiciera ella... Miré hacia su mesa y ya no estaba...
© Hypersexual
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